Respecto al proyecto del libro; “Notre Petit Immigré” de Luvier Casali
Encontré a Luvier Casali por primera vez cuando fui a Asunción en ocasión del premio Matisse en 2006. En el texto que yo había redactado para el catálogo de la exposición, ya evocaba un posible encuentro entre Luvier y le Lac de Grand-Lieu. Dos años más tarde, en calidad de galardonado del premio Matisse, lo invité a venir a trabajar en las orillas del lago y en la Abadía.
Un libro de artista publicado por la Editorial Joca Seria es el resultado de nuestra colaboración, pues, desde entonces, Luvier se ha instalado en Nantes.
Hace ya varios años que se convocan a artistas* en Grand-Lieu. Cada uno lleva su mirada personal en este espacio inaccesible y casi invisible para crear obras profundamente ancladas en el lugar. El trabajo de Luvier Casali entra en esta lógica. En « Notre Petit Immigré », Luvier, extranjero al lugar, nos arrastra en una odisea sorprendente e irrisoria, abandonado a la corriente en una minúscula balsa, sólo hecha de una tabla de madera y de algunas placas de materiales aislantes para garantizar la flotabilidad. Embarcación botada en las aguas para una travesía improbable de una orilla a la otra del lago.
Como aquellos inmigrantes que se echan a los mares en peligro de sus vidas para alcanzar Europa, país de Jauja…También como los indígenas Guaraníes de Paraguay, que mucho antes de la llegada de los europeos, salían en busca de su paraíso: « la tierra sin mal ». Al contrario del paraíso de los cristianos, el suyo forma parte de este mundo, tiene una realidad geográfica. Es el lugar de los principios donde los antepasados se codeaban con los dioses y los héroes. Está dicho que éste se puede alcanzar concretamente aún en vida. Está dicho también que se parece más al cielo que a la tierra. ¿A la imagen de Grand-Lieu?
Ahí está lo que nos cuenta Luvier en « notre petit immigré », se entrega a su arte de los pasos, en peligro de las corrientes. Pasa del viaje por el lago donde se deja llevar por las aguas hacia una tierra prometida a la inmovilidad en la abadía que se vuelve un espacio de peregrinación, un lugar de desplazamiento imperceptible del sentido :puesto en el suelo, la balsa se convierte en un zócalo en el que el artista posa, se reposa…
Arte de los pasos como cuando realiza su trabajo de grabado. Cuando pasa y vuelve a pasar capas de tinta en la placa y cuando pasa y vuelve a pasar las matrices bajo la prensa.
Desplazamiento, este momento en que el hombre deja un lugar para ir hacia otro, este momento colgado en medio de ninguna parte. Desmultiplicación del movimiento a otro lugar donde el cuerpo no es más que un paso.
Luvier Casali está en busca de un lugar donde el arte fuera su única preocupación, una especie de paraíso perdido al cual se acerca en cada uno de sus desplazamientos.
Arnaud de la Cotte
Nantes 2008
*Bruno Carbonnet, Bernard Plantive, Paul-Armand Gette, Jean-Luc Parrant, Didier Trenet.