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Nuestro Pequeño Inmigrante, Fernando Moure

Obras recientes de Luvier Casali

“Somos nómadas surgidos del derrumbe del sedentarismo”  Vilem Flusser

El viaje

Luvier Casali, luego de la distancia física y temporal de dos años, presenta sus últimos trabajos hechos en Francia. Se trata de una serie de estampas sobre papel en formato libro y en obra gráfica; una trilogía de videos experimentales; así como unos registros fotográficos sobre dicha experiencia editorial y audiovisual.

El proyecto es denominado Notre petit immigré, frase en francés que para el artista resume las circunstancias de vida experimentadas al desplazarse a otra tierra. El viaje de un lugar a otro del planeta, el éxodo como excusa para esta narración de identidad, una búsqueda que han hecho suya millones de seres humanos. Un tránsito hacia nuevas dimensiones de crecimiento, tanto emocionales como creativas.

Esta obra, como decíamos, consta de una sección gráfica, fotográfica y audiovisual. Sus diferentes grados de expresión exploran diversos ámbitos de la imagen: desde la línea y gestualidad del dibujo (a través del grabado) hasta la imagen digital de la fotografía fija y en movimiento. Tres estadios que intentan atrapar peripecias existenciales y de la conciencia del desplazamiento.

Al tratarse de un ejercicio autobiográfico, hay una relación entre lo real y la imagen muy presente: se nos propone asistir a una parte de la propia vida de Luvier Casali, se sugiere una pseudo-antropología a través de estos gestos visuales. Un gesto que nos dirige directamente al cuerpo, el cuerpo del artista asumido como sujeto universal, desgarrado en el narcisismo de su exposición permanente.

Todas estas imágenes pretenden constituirse en un archivo. Un archivo singular, en el que caben documentos pero que son claramente ficciones, por tanto no se puede garantizar que todo esto sea un reflejo de la realidad. El mundo privado e íntimo del artista solamente puede interesarnos si nos acerca, si nos hace tomar una posición sobre lo real, o sobre que de real subyace en estos símbolos.

El grabado, la fotografía y los medios audiovisuales son prácticas hermanadas y que solamente tienen desplazamientos tecnológicos a lo largo del tiempo. Estos haceres plurales de la obra de Casali se dirigen a un mismo objetivo temático, siendo la trama discursiva sostenida en la idea de correspondencias entre ellos, vinculándolos técnicamente.

Extranjero

La figura del artista representa en sí mismo la idea del emigrante. Es alguien que ha migrado de las reglas del mundo convencional, se ha apartado del núcleo social y desplazado de este centro por elección propia. La vida sedentaria, el mundo “real” no es suficiente para el artista, que es siempre un extranjero hasta en su propia sociedad.

La trilogía de videos que realizó el artista meses atrás remontan al receptor a una dramatización del arquetipo del migrante, uno de características sufridas: el balsero que depende de su sola fuerza física. Un marinero en su embarcación precaria, sus naufragios y la llegada a tierra firme serían las metáforas que identifican peripecias existenciales.

La serie se compone de los videos Notre petit immigré, El balsero, y Le pelerin;  se trata de registros de performances interpretadas en escenarios escogidos. Imágenes de fuerte materialidad en blanco y negro y color, a veces encuadres de ojo de pez; y que también son de naturaleza sonora, con melodías dramáticas, ecos y silencios. Video-retratos de una épica mínima, atlas de ficciones fragmentadas.

Son piezas de videoarte fronterizas con lo experimental, acciones de cierta dramaturgia pasando por diferentes niveles, desde aspectos no narrativos a otros más narrativos. En ellas articulamos la historia: una precaria embarcación transporta la ilusión de nuestro Ulises, que también tiene mucho de Narciso en su espejo acuático turbulento.

El último video, titulado Le pelerin, registra su recorrido en una iglesia vacía, que el artista despojó de todos sus ornamentos muebles y decorativos. Y acota, “siempre cargando mi balsa o quizás todo el pasado que traigo conmigo como inmigrante que soy”.

El nomadismo es el corazón del proyecto Notre petit immigré, serie de pequeñas películas que intentan aproximarnos a las dificultades del exilio, esparciendo los fragmentos de subjetividad en esta marcha. Los elementos simbólicos reconocibles en estas obras emergen claramente: el hombre, el agua, el barco, la orilla, una iglesia.

Esta representación del viaje, tiene un hondo sentido de experiencia personal: quien viaja fuera de su país de origen tiene la oportunidad de ser un huésped del mundo. Pero no es fácil hacerlo afuera del nido familiar y social: emerge constantemente la obsesión del recuerdo idealizado del país. Sobre todo hay que sobreponerse a la pereza de aferrarse a quien uno fue, a la seguridad de una ima­gen firme.

Para conseguir esto, y no caer en la nostalgia de la identidad única, el emigrante debe establecer su pensamiento en las antípodas de la patria que dejó atrás, y todo la representación de la memoria de costumbres y hábitos.  Adquirir otros, aún a costa de renunciar a los antiguos, integrarlos y disfrutarlos.

Como extranjero en el extranjero uno descubre ante todo lo extraño que hay en sí mismo, y puede realizar una terapia de auto-conocimiento y crecimiento. Sin Itacas a las que volver y sin Penélopes que esperen, nos resta desear que el camino de regreso de nuestro artista viajero dure mucho tiempo.

Fernando Moure

Colonia, febrero de 2009

ver obra «Notre Petit Immigré»

ver obra «Los Balseros»

ver obra «Le Pèlerin»